Kingsbarns Balcomie

Kingsbarns Distillery tardó cinco años en convertirse de un sueño del ex caddy de golf Douglas Clement en una destilería de whisky en funcionamiento, pero solo 18 meses para construirla. Al igual que con todas las nuevas destilerías, independientemente de su tamaño, el capital es una prioridad, algo que Clement no tenía. Lo que sí tenía, sin embargo, era una caja llena de tarjetas de visita reunidas durante 13 años llevando bolsas para golfistas adinerados en Kingsbarns Golf Links en la costa de Fife, a pocos kilómetros de St. Andrews.

Al darse cuenta de que no había una destilería de whisky cercana para satisfacer la curiosidad de los visitantes del campo de golf, y al encontrarse con una granja abandonada del siglo XVIII en Cambo Estate, situada a poca distancia de Kingsbarns, Clement decidió construir la suya.

El capital inicial de 100,000 libras lo recaudó de 32 inversores, muchos de los cuales eran golfistas que Clement conocía de Kingsbarns, lo que le permitió obtener el permiso para transformar la granja en una destilería en funcionamiento. Dos años de recaudación de fondos adicionales a través de webs de crowdfunding y subvenciones del gobierno no lograron obtener los 1,6 millones de libras necesarios para construir la destilería. Incluso con una donación del gobierno escocés de 670,000 libras que le otorgó para el proyecto, en 2012, Clement aún no pudo cumplir su objetivo.

Sus esfuerzos atrajeron la atención de la familia Wemyss, dueños de Wemyss Malts, quienes por cierto tienen un vínculo histórico con el lugar, ya que el séptimo conde de Wemyss poseía parte de Cambo Estate entre 1759 y 1783. En enero de 2013, Clement vendió el negocio a la familia Wemyss.

Con Clement como director, y con los fondos necesarios, los trabajos comenzaron en la destilería Kingsbarns en seis meses y a funcionar en un tiempo récord de 18 meses.